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La Soberanía de Dios II

Actualizado: 10 jul 2024


Autor: Giovanni Zamorano


I. Soberanía y voluntad Divina

La voluntad de Dios es el atributo por el cual determina aprobar y realizar acciones. Todo deriva de la voluntad de Dios: creación y conservación (Ap 4:11), gobierno (Pr. 21:1; Dn. 4:35; Ef. 1:11), los sufrimientos de Cristo (Lc. 22:42), elección y reprobación (Rm. 9:15 ss.), regeneración (Sant. 1:18), santificación (Fil. 2:13), los sufrimientos del creyente (IP. 3:17), el destino de nuestra vida (Sant. 4:15; Hch. 18:21; Ro. 15:32) los menores detalles de nuestra vida (Mt. 10:29; etc.)[1]. La voluntad de Dios según las escrituras es la causa de todo.


La voluntad de Dios es soberana tanto en su forma, como voluntad secreta de decreto y voluntad revelada de precepto. El Catecismo Menor de Westminster define el decreto divino de la siguiente forma: «Los decretos de Dios son su propósito eterno, según el consejo de su voluntad por cuya virtud, y para su propia gloria, ha preordenado cuanto acontece»[2]. Esto implica que la causa ultima es la gloria de Dios, que toda la existencia está bajo el propósito divino, que soberanamente determina todo según el consejo secreto de su voluntad y que abarca todos los acontecimientos de la vida.


La voluntad preceptiva hace relación con la regla de vida que la voluntad soberana a indicado para sus criaturas morales, con la cual muestra los deberes que impone. Él prescribe conforme a su propia voluntad, lo que sus criaturas deberían hacer o abstenerse de hacer, que además son los frutos y evidencias de una fe verdadera[3]. Así la primera siempre se cumple y la segunda con frecuencia es desobedecida[4].



II. Soberanía y Salvación del ser humano

El ser humano, por su caída, es incapaz para la vida eterna, la escritura le cataloga como un muerto (Ef. 2:1), sin embargo, Dios ofrece libremente a los pecadores vida y salvación por Cristo[5]. Dios actúa soberanamente determinando el destino de sus criaturas, y ejerce esta soberanía en ninguna parte más claramente que en su gracia predestinadora.

En todo el Ordo Salutis Dios deja ver su soberanía, pues la salvación toda compete única y exclusivamente a Dios:


1. El Decreto de Salvación: Nos enseña la CFW que “Por el decreto de Dios y para manifestación de su gloria, algunos hombres… son predestinados para vida eterna, y otros pre-ordenados para muerte eterna”[6]. Esto lo declara basado en textos como Ro. 9:20-23 donde el apóstol destaca la libre y soberana predestinación de algunos vasos para honra y otros para ira, ante lo cual el vaso nada puede decir ya que como indica el verso 19 “nadie puede resistir su voluntad”.


2.   La Predestinación y Elección de los Santos: Nuevamente la CFW nos dice que: “A aquellos de la humanidad que están predestinados para vida, Dios, antes de   establecer los fundamentos del mundo, según su eterno e inmutable propósito, y el secreto consejo de su voluntad, los ha escogido en Cristo para gloria eterna, por libre gracia y amor, sin previsión de fe o buenas obras”[7].  Nuevamente la predestinación de los elegidos solo compete a Dios, pues su destino está trazado desde antes de la fundación del mundo, y por tal razón nos escoge en Cristo de entre lo que Agustín llamó "masa de pecado" (massa peccati), sin que el hombre intervenga, pues es solo por gracia y es sin previsión de buenas obras. Esto mismo declara la escritura en textos como Hch. 13:48; Ro. 11: 5-6; Ef. 1:3-5.


3.  El llamamiento eficaz: la CFW declara que “los que son elegidos…son eficazmente llamados a la fe en Cristo por el Espíritu Santo que obra en su momento”. El llamado soberano y eficaz es efectivo porque en él (Cristo) y por medio de él, Dios efectúa exactamente lo que él pretende. Dios llama internamente a sus elegidos de antemano a través de su palabra y Espíritu Santo para salir de su estado de pecado y muerte iluminándoles en el camino de salvación y renovando sus voluntades y determinándolos a lo bueno y llevándolos a Cristo efectivamente[8].


4. La Perseverancia y final de los santos: “Aquellos a quienes Dios ha aceptado en su Amado, y han sido llamados eficazmente y santificados por su Espíritu, no pueden caer ni total ni definitivamente del estado de gracia, sino que ciertamente han de perseverar en Él hasta el fin, y serán salvados eternamente[9]” nos enseña la CFW. Invariablemente los elegidos serán salvados pues su salvación depende del decreto inmutable de Dios[10].

 


CONCLUSIÓN

La Doctrina de la Soberanía Divina como hemos podido ver reviste una capital importancia ya que nos demuestra quien es efectivamente a aquel que adoramos y su incomprensible amor con que nos ha amado, eligiéndonos para salvación solo por pura gracia, de entre tantos y tantos que van camino a su perdición. Además, esta doctrina nos comunica un fundamente hermoso de fe, y un descanso para nuestro pensamiento, pues finalmente nuestro destino no es ciego, ni desenfrenado, ni un eterno vacío sin fin, sino que es un destino eterno decretado eternamente por un Dios misericordioso e infinitamente amoroso, solo nos queda dar gracias ante tal maravilla.


Bibliografía

[1] Bavinck, Herman, Dogmática Reformada. Deus e a criação. Sao Paulo: Editora Cultura Cristã, 2012, 235 (Traducción propia).

[2] Catecismo de Westminster, FELIRE, 108.

[3] Confesión, 54.

[4] Ver Mat. 7:21; 12:50; Juan 4:34; 7: 17; Rom. 12:2.

[5] Confesion,38.

[6] Confesion,17.

[7] Confesion,18.

[8] Rom. 8:30.

[9] Confesión, 58.

[10] Fil. 1:6; 2 Pe. 1:10; Jn. 10:28, 29.

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