LA DIDACHÉ, SUS APORTES TEOLOGICOS Y PRACTICOS
- implapintanaolivar
- 31 may 2024
- 7 Min. de lectura
Actualizado: 10 jul 2024

Autor: Giovanni Zamorano
Introducción
El documento que revisaremos (La Didaché) si bien hasta hoy es de muy discutida procedencia, autoría y datación contiene bellísimas declaraciones y enseñanzas que al compararlas con el nuevo testamento vemos una rica armonía, si bien no en exactamente todo el documento. Corresponde a una obra de la literatura cristiana de los primeros siglos, se le atribuye a los apóstoles y entrega muchas enseñanzas del proceder del cristianismo primitivo, aunque este documento no quedó integrado al canon Bíblico.
Entre los autores la datación ha divagado entre los años 50 y la primera mitad del siglo III. La mayoría hoy aboga por una datación aproximadamente en el año 70 d. C y la razón principal es que las palabras y sustratos teológicos parecen ser o bien precedente de Mateo o bien dependientes de él. De todas formas, entre una u otra opción nos encontramos aun en el siglo I o comienzos de II d.C.
El nombre de la obra llego a nosotros en una versión corta y una larga. El nombre corto está en el códice en que fue hallada por primera vez y es: Αηδαρή ησλ δώδεθα απνζηόισλ (Enseñanza de los Doce Apóstoles) y el nombre largo es: Αηδαρή ηνπ Κπξίνπ δηα ησλ δνδεθα απνζηόισλ ηνηο εζλεζηλ (Doctrina del Señor a los gentiles por medio de los doce Apóstoles), este ha sido el título que se ha considerado original desde las deducciones de Harnack. A diferencia de él, Vielhauer, siguiendo a Klein y Audet considera más fidedigna la versión corta.
En el presente articulo, se describen cuatro secciones en que se divide el documento, estas son; catequético-morales, la litúrgica, conducta y vida comunitaria y el pequeño apocalipsis. Posteriormente se realiza un análisis de cual es su aporte a la Teología actual.
Contenido de la Didache
A. Disposiciones (catequético-morales 1 – 6).
Esta primera sección comprende una especie de catequesis para los nuevos creyentes que están para ser bautizados. El autor para ello se vale de la enseñanza judía de “los dos caminos”, obviamente con una orientación cristiana. Estos dos caminos son los del bien y el mal, es decir “el camino de la vida y el camino de la muerte”. Las raíces judías de esto lo podemos encontrar en Moisés cuando dice: “mira, yo pongo ante ti vida y muerte, bien y mal” (Dt 30:15) y luego la tradición profética recoge estas palabras en Jeremías cuando indica: “Así dice Jehová, mira que yo os propongo el camino de la vida y el camino de la muerte” (Jr 21:8). Esta enseñanza no es extraña al cristianismo primitivo pues el mismo Jesús la enseña cuando invitaba a sus oyentes: “Entrad por la puesta estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición...; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mt 7:13-14).
En el capítulo 1 nombra el autor “el camino de la vida” y comienza en los comentarios siguientes a explicar en qué consiste este camino de la vida. Los consejos van desde el “amor a Dios”, “el amor al prójimo” y como debe esto expresarse en nuestros actos, viuda diaria, comunidad y relaciones con los demás. Tenemos que llegar hasta el capítulo V para encontrarnos con la descripción del “camino de la muerte”, que ante todo es malo y de maldición. Luego describe una serie de pecados que va desde el asesinato hasta el desprecio del pobre, y reconviene al lector diciendo: “Ojalá, hijos, permanezcáis alejados de todo esto”.
B. La Sección Litúrgica (7 -10)
Después de la sección catequética que bien parece prebaustismal el autor recoge desde el capítulo VII la práctica común por ellos conocida. El bautismo era aplicado en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, en agua viva o corriente. Menciona algunas excepciones en donde está autorizado el uso de diferentes tipos de agua, y si esta fuera escasa se podía derramar 3 veces sobre la cabeza del individuo. Esta práctica bautismal estaba acompañada por ayunos tanto del que bautiza como de los bautizados y otros que pudieran acompañarle.
El capítulo VIII da instrucciones sobre el ayuno y la oración y sobre todo enfatiza la oración del “Padre nuestro” y como esta debía practicarse 3 veces al día.
Capítulos IX y X tratan sobre las oraciones litúrgicas referentes a la eucaristía con dos recomendaciones: que solo los bautizados participen de la sagrada eucaristía y que se les permita a los profetas dar gracias cuando deseen.
C. Disposiciones de Conducta y vida Comunitaria (11 – 15)
Esta sección da directrices sobre el trato de las comunidades con los apóstoles (que no son con los 12), que al parecer eran misioneros itinerantes que visitaban las comunidades. Luego pasa a tratar la relación de las comunidades con los profetas que no necesariamente deben ser considerados como carismáticos, sino al parecer como hermanos que con autoridad daban alguna enseñanza y que podían desempeñar alguna que otra labor litúrgica[1].
Los capítulos XII al XIII llaman a la comunidad a poner atención a ciertas pautas para descubrir a los falsos profetas y doctores de los verdaderos, y como debe actuar la comunidad debiéndoles la debida dignidad de sus oficios.
En el capítulo XIV trata sobre la asamblea cultual del día del Señor (domingo), en la cual la iglesia debía participar manteniendo la pureza de la celebración eucarística habiendo confesado los pecados anteriormente.
Termina le capitulo XV con instrucciones de como elegir las autoridades eclesiásticas, y como debe manejarse las correcciones, oraciones, limosnas y toda acción bajo la norma del evangelio.
D. Pequeño Apocalipsis (16)
Este pequeño apocalipsis aporta un llamado de atención a estar preparado para la hora inesperada de la venida del Señor. Esta preparación requiere el estar reuniéndose asiduamente para estar a cuentas en el ultimo momento. Pues, los últimos días son difíciles, pues la maldad aumentara y vendrá el tiempo de prueba donde aparecerá el “seductor del mundo”, pero los que permanezcan se salvaran. Al final de ello, con todos sus signos respectivos aparecerá nuevamente el Señor con todos sus santos en las nubes del cielo.
Aportes a la Teología Actual
Este documento a pesar de no ser parte del canon, y por lo cual, no considerado como inspirado en la forma de los canónicos, tiene muchas y variadas formas de ser un aporte a la teología actual:
A. Permite entender parte del desarrollo de las doctrinas inmediatamente en la era post-apostólica.
En este documento vemos como doctrinas que luego fueron cuestionadas en la historia de la Iglesia se confirman mutuamente con el nuevo testamento. Por ejemplo, para el bautismo vemos como se confirma el uso trino: en el nombre del Padre, Hijo y Espíritu Santo al igual que el mandamiento en labios de Jesús en Mt 28:19. Además, podemos verificar que ya en el siglo primero para ciertas circunstancias era autorizado el bautismo derramando agua tres veces sobre la cabeza del bautizado[2] .
La doctrina posteriormente desarrollada de la trinidad. Aunque tal concepto no era conocido en ese tiempo, en la práctica y lenguaje común ya se guardaba casi como normativo, pues, se nombran juntos en ambas formas de administración del bautismo, además de ser siempre mencionados, por ejemplo en las oraciones eucarísticas IX, 1; X,2. 5[3].
En continuación con las pastorales vemos una iglesia con una organización ya más estructurada. A pesar de tener entre sus filas apóstoles (que no son los 12) y profetas, a parte de ellos esta una jerarquía que la Didaché pone de igual con ellos, estos son los obispos y diáconos cuyo puesto de honor es junto con los profetas y apóstoles[4].
Los sacramentos que son mencionados son el bautismo y la eucaristía, tal como mantuvo la reforma y aparece por ejemplo estipulada en la Confesión Escocesa XXI[5] entre otras, en la cuales se nos dan algunas pistas de su forma, teología y sacralidad con que eran consideradas. El bautismo en su forma trina acompañada con ayunos muestra como era aplicado en aquellos tiempos remotos. Y en cuanto al sacramento de la eucaristía se menciona explícitamente que deben participar solo los que pertenecen ya a la comunidad, es decir los bautizados, Did X,5, esta misma restricción se describe en algunas confesiones reformadas: “Pero afirmamos que la Cena del Señor es solamente para los que pertenecen a la comunidad de la fe”[6].
B. Nos permite entender la ortopraxis de la iglesia inmediatamente en continuidad con el nuevo testamento
En la primera sección catequético-moral de los dos caminos se dan una serie de pautas en concordancia con la piedad enseñada en el nuevo testamento, sobre todo en los evangelios, en donde la enseñanza de Jesús es recopilada y a veces aumentada o explayada para la aplicación concreta de la piedad de los nuevos bautizados. Es así que vemos una notoria concordancia entre la Didache y el Nuevo Testamento y nuestras confesiones reformadas, por ejemplo los dos mandamientos mayores son los que rigen toda la piedad cristiana, la Didache I,2 dice “El camino de la vida es éste: en primer lugar, amarás a Dios, que te ha creado; en segundo lugar, a tu prójimo como a ti mismo” , estos mismo dos mandamientos son la base de toda la practica cristiana: Mt 22:36-40, lo mismo el Catecismo de Heidelberg I, P4, Catecismo Menor de Westminster P42.
Todas las recomendaciones que vienen después en la Didache son casi una explicación de en qué consiste el guardar estos mandamientos en la vida practica y para ello cita una larga lista de cosas que el verdadero cristiano debe hacer: no maldecir, apartarse de las pasiones carnales, poner la otra mejilla, dar al que pide, no matar, no adulterar, no fornicar, no permitir el aborto, no perjurar etc. Cada una de estas recomendaciones son pautas que están claramente establecidas para la piedad cristiana en el Nuevo Testamento y que también siguen muy de cerca nuestras confesiones y catecismos[7].
CONCLUSIÓN
El estudio de este documento llamado Didaché nos ha permitido poder comprobar en primer lugar, como el evangelio se mantiene en continuidad en lo esencial, independiente de las diferencias menores entre las comunidades. En segundo lugar, nos ha permitido retroceder en el tiempo para examinar las doctrinas posteriores a los apóstoles y como muchas de ellas son nuevamente rescatadas por la reforma.
Finalmente, como la piedad fruto de la doctrina se llevaba de una forma tan seria, que para hoy es casi un llamado de atención para la Iglesia en momentos donde se desarrolla una especie de relajo espiritual, para que esta vuelva a esa pasión que muestra primero la Palabra Sagrada de Dios y también los ejemplos posteriores de aquellos que siguieron esta fe, como es el caso de la Didaché.
Bibliografía
[1] W. Rordorf et A. Tuilier, La doctrine des douze apôtres (Didachè), Introduction, texte, traduction, notes, appendice et index, (Paris: Les éditions du Cerf, 1978), 53.
[2] Ayan, Padres Apostólicos, 46.
[3] Ayan, Padres Apostólicos, 47-49.
[4] Ayan, Padres Apostólicos, 53.
[5] “tenemos dos sacramentos principales, los únicos instituidos por el Señor Jesús, y ordenados para ser practicados por todos aquellos que serán contados como miembros de su cuerpo, esto es, el Bautismo y la Cena o la Mesa del Señor Jesús, también llamada la Comunión de su Cuerpo y de su Sangre”. Véase también: Catecismo de Heildelberg, P 68, II Confesión Helvética, 5.171, Confesión de Westminster, XXVII, 4.
[6] Confesión Escocesa, XXIII,
[7] Catecismo de Heidelberg P 87.